Durante los últimos años, el pádel ha experimentado un crecimiento tan explosivo como inesperado. Lo que comenzó como una tendencia post pandemia se convirtió en una revolución deportiva que transformó la forma en que miles de personas se relacionan con el deporte, la vida social y el bienestar.
Sin embargo, como ocurre con todo fenómeno masivo, no tardaron en aparecer voces escépticas que hablan de estabilización o incluso de decadencia. Pero, ¿es realmente así? Los datos —y la experiencia cotidiana dentro y fuera de Chile— cuentan otra historia.
¿Crisis real o ajuste natural?
En el último año, algunos medios de comunicación han comenzado a hablar de un supuesto “declive del pádel” en Chile. Titulares como “El declive del pádel en Chile” (The Clinic), “Adiós al boom del pádel” o “Los viudos de la fiebre del pádel” (La Tercera) han instalado una narrativa más bien pesimista, basada en la baja de reservas y el cierre de clubes en ciertas zonas del país. Incluso la Federación Chilena de Pádel, encabezada por Fabián Parolin, ha señalado que más de 100 clubes han cerrado en Chile, aunque sin aportar mayores detalles ni distinguir entre cierres definitivos y simples traspasos de administración.
Sin embargo, los datos duros muestran una realidad distinta. Según cifras actualizadas de Vola, plataforma que gestiona digitalmente una parte importante del ecosistema de clubes en Chile, no son más de 50 los clubes que han dejado de operar bajo su nombre original, y la mayoría corresponde a cambios de administración, fusiones o reestructuraciones comerciales. Es decir, no estamos frente a un colapso del mercado, sino ante un proceso natural de ajuste, típico de cualquier industria que entra en una fase de maduración.
Además, es importante hacer una distinción clave que muchas veces se omite en el debate público: por ejemplo, si un club el año pasado vendía 100, pero hoy se abrió otro club a pocos kilómetros y ahora vende 50, la percepción será que el mercado “bajó”. Pero eso no significa que el pádel esté en crisis. Significa simplemente que hay más oferta, más competencia y una mayor segmentación del público, lo cual es natural en cualquier industria que madura. El mercado no se está achicando: al contrario, se está expandiendo y profesionalizando.
Un buen ejemplo de esto es lo que comenta el propio Fabián Parolin en una entrevista en The Clinic, quien ha señalado que el mercado tuvo un crecimiento de un 12% menor en 2024 respecto al 2023. Pero ese dato, aunque real, no es prueba de un declive general, sino de una variación puntual en su operación particular. En cambio, si miramos el ecosistema completo, los datos de Vola muestran una tendencia opuesta: en 2023 se realizaban como máximo 30 torneos al mes bajo su plataforma; en 2024 esa cifra se duplicó, alcanzando 60 torneos mensuales de manera estable.
Y no solo eso. Según José Antonio Rodríguez, Director de Expansión de Vola para Latinoamérica, la base de datos de la plataforma también refleja el crecimiento real del deporte: pasaron de tener 30.000 jugadores registrados en 2023 a más de 70.000 en 2024. Es decir, el universo de jugadores activos más que se duplicó en un año, lo que reafirma que el pádel no solo sigue vigente, sino que crece en volumen, diversidad y dinamismo.
Lejos de retroceder, el pádel chileno sigue mostrando fuerza. Los clubes que se han mantenido —y los nuevos que siguen surgiendo— han comprendido que ya no basta con tener canchas: hoy se requiere una propuesta sólida, una experiencia diferenciadora y una operación profesional. Esta transición marcó el fin del entusiasmo automático que caracterizó al boom post pandemia y dio paso a una etapa donde el que se queda es el que hace bien las cosas.
En paralelo y en vista de este dolor de los clubes, han surgido nuevas oportunidades. Empresas especializadas en la operación profesional de clubes han tomado protagonismo. Es el caso de compañías como Courtcentral, que hoy están creciendo con fuerza gracias a su modelo de gestión para clubes, profesionalizando la administración del pádel y asegurando experiencias de calidad para los jugadores.
Más que una caída, lo que ocurrió en Chile fue un aumento rápido de la oferta. Y como en todo mercado, llega un punto en que sobrevive quien hace bien las cosas. Los clubes con una propuesta clara, buena gestión y visión a largo plazo siguen creciendo, mientras otros —que entraron sin planificación ni diferenciación— han tenido que cerrar, vender o transformarse.
El mercado exige profesionalismo
Una visión clara sobre este proceso la entrega David Trejo, dueño de E-Padel, uno de los clubes con mayor ocupación en el sector oriente de Santiago, conocido por su academia y el alto nivel de sus profesores:
“La baja que hemos tenido —en nuestro caso, un 20% en la ocupación— no se debe a falta de demanda, sino a que se abrieron más de 30 nuevas canchas alrededor nuestro. Hoy los jugadores tienen más opciones y el mercado se está repartiendo. Antes, si no encontrabas cancha a las 8, jugabas a las 10. Ahora hay disponibilidad. Eso no es un síntoma de decadencia: es normal cuando un mercado crece y madura.”
“Los reportajes que hablan de ‘declive’ me parecen mal enfocados. Mezclan datos sin análisis, porque al mismo tiempo que dicen que bajan las ventas, también informan que aumentan las reservas en apps. Eso muestra que el mercado sigue activo, solo que más competitivo. Hoy se premia al club que hace bien las cosas.”
“Muchos entraron a este rubro solo por el boom, sin conocer el deporte, sin estudios de mercado, pagando arriendos insostenibles. Era cuestión de tiempo que algunos quedaran fuera. Pero quienes leyeron el cambio a tiempo, ajustaron su modelo y mejoraron la experiencia, siguen vivos y creciendo.”
“Yo veo un futuro fuerte y más profesional. El pádel se diversificó: torneos interescolares, de empresas, de niños, Red Bull apoyando eventos. Esto ya no es moda: es un ecosistema maduro con mucho por construir. Pero como en todo mercado, los que hacen las cosas bien son los que se quedan.”
Un fenómeno global que no se detiene
Y mientras en Chile algunos ven señales de retroceso, el panorama internacional entrega señales opuestas —e incluso inspiradoras. El reciente Global Padel Report 2025 de Playtomic lo deja claro: el pádel está lejos de estancarse. Solo en 2024 se abrieron 3.282 nuevos clubes en todo el mundo, lo que equivale a casi nueve por día. Además, se construyeron más de 7.000 nuevas canchas, y hoy existen más de 50.000 canchas activas a nivel global.
La comunidad de jugadores también crece con fuerza. Se estima que ya son más de 30 millones de personas practicando pádel en el planeta, con una proyección de crecimiento anual del 14% de aquí a 2030. Son cifras que superan ampliamente a deportes como el tenis, cuyo crecimiento ronda el 2,5% en el mismo período.
Chile no se queda atrás
En Chile, este fenómeno global se ha replicado con entusiasmo. En solo dos años, el número de clubes ha aumentado de forma explosiva —con un crecimiento cercano al 200%— y una media de cinco nuevas aperturas mensuales. Actualmente hay cerca de 600 clubes activos en todo el país.
Lejos de agotarse, el ecosistema del pádel chileno se ha diversificado y sofisticado: ligas, torneos, academias, clínicas, eventos empresariales, programas para niños y adultos mayores. A esto se suma una infraestructura que no para de mejorar. Muchos clubes han invertido en techos, iluminación, servicios complementarios y espacios sociales, entendiendo que la experiencia completa es clave para mantenerse competitivos.
Uno de los momentos más importantes para el pádel chileno fue el Premier Padel P1 de Santiago, un evento de clase mundial que reunió a los mejores del circuito y contó con el respaldo de marcas como Banco de Chile, Costa, Shell, entre otras. Estos hitos han posicionado a Chile como uno de los mercados más relevantes de la región y como una sede ideal para grandes eventos internacionales.
Conclusión: el futuro es brillante
Todo indica que el pádel seguirá creciendo a paso firme. Los números lo respaldan, la comunidad lo impulsa y los clubes se adaptan para seguir ofreciendo experiencias únicas. Ya no hablamos solo de un deporte, sino de una industria en expansión, con espacio para emprendedores, entrenadores, inversionistas y, por supuesto, millones de jugadores.
El pádel no es una moda. Es presente, es futuro y, en muchos sentidos, una forma de vida que llegó para quedarse.
Para quienes lo viven, lo gestionan o lo impulsan, el verdadero desafío no es adaptarse: es liderar lo que viene.
